En Tenerife, miles de personas trabajan cada día en empresas donde, aunque su contrato dice una cosa, la realidad laboral cuenta otra muy distinta.
Un vigilante de seguridad que lleva años en el mismo centro comercial, pero cuyo jefe cambia cada temporada.
Una limpiadora contratada por una empresa externa, pero que recibe órdenes directas del encargado del hotel.
Un técnico informático que trabaja en una oficina pública, aunque su nómina la paga una empresa privada.
A simple vista puede parecer normal, porque la subcontratación es una práctica legal y habitual. Pero cuando la empresa intermediaria actúa solo como “pantalla” y el control real lo ejerce otra entidad, estamos ante una cesión ilegal de trabajadores.
Y esa situación, según el Estatuto de los Trabajadores, es ilegal y puede reclamarse judicialmente.
El artículo 43 del Estatuto de los Trabajadores es muy claro:
“La contratación de trabajadores para cederlos temporalmente a otra empresa solo puede realizarse por empresas de trabajo temporal debidamente autorizadas.”
Esto significa que si una empresa (por ejemplo, una subcontrata de limpieza, mantenimiento o informática) cede trabajadores de forma continuada a otra empresa que ejerce el poder de dirección, se está infringiendo la ley.
La cesión ilegal ocurre cuando el trabajador:
Recibe órdenes directas del personal de la empresa principal.
Usa sus herramientas, uniforme o medios de trabajo.
Realiza las mismas tareas que los empleados internos.
No existe una organización o estructura real en la empresa que lo contrató.
En esos casos, aunque el contrato diga lo contrario, la ley considera que el trabajador pertenece en realidad a la empresa para la que presta servicios efectivos.
Y ese reconocimiento cambia por completo sus derechos.
Detectar una cesión ilegal no es solo una cuestión de nombres en una nómina. Es una diferencia que puede transformar tu situación laboral.
Cuando un juez declara que ha existido cesión ilegal, el trabajador puede elegir entre:
Ser considerado empleado fijo de la empresa principal (la que se beneficiaba de su trabajo).
O mantener el vínculo con la empresa formal que lo contrató, pero con las mismas condiciones laborales y salariales que los empleados de la principal.
Esto implica, en muchos casos, una mejora sustancial del salario, categoría profesional, antigüedad y estabilidad laboral.
En Tenerife hay numerosos ejemplos en sectores como limpieza, mantenimiento hotelero, seguridad privada, sanidad o administración pública, donde durante años se ha mantenido una dinámica irregular: empresas interpuestas que solo servían para abaratar costes y precarizar plantillas.
Pero el trabajador no tiene por qué resignarse. La ley le da herramientas para reclamar su situación real y recuperar lo que le corresponde.
Uno de los mayores problemas de la cesión ilegal es que suele estar camuflada bajo contratos aparentemente normales. Pero hay señales que la delatan.
Si te reconoces en alguno de estos casos, conviene analizar tu situación con un abogado laboralista:
Tu jefe directo o quien aprueba tus vacaciones pertenece a otra empresa distinta de la que te paga.
Trabajas en el mismo lugar y con las mismas funciones que empleados de la empresa principal.
No tienes representación sindical propia ni estructura organizativa dentro de tu empresa.
Llevas años en el mismo puesto y solo cambia el nombre de la subcontrata.
Tus herramientas, uniforme o medios de trabajo son propiedad de la empresa para la que realmente trabajas.
En definitiva, si “en la práctica” todo tu entorno laboral depende de otra empresa distinta a la que te contrató, probablemente estés siendo cedido de forma ilegal.
Reclamar una cesión ilegal de trabajadores en Tenerife no es complicado, pero requiere un buen conocimiento jurídico y pruebas sólidas.
El procedimiento se inicia con una demanda ante el Juzgado de lo Social, normalmente con asesoramiento de un abogado laboralista.
En esa demanda se solicita que se reconozca la existencia de cesión ilegal y se determine quién es el verdadero empleador.
El juez analizará documentos como contratos, nóminas, organigramas, correos electrónicos o declaraciones de compañeros. También valorará la realidad del día a día: quién da las órdenes, cómo se organiza el trabajo y qué nivel de autonomía tiene el empleado respecto a su empresa formal.
Si el tribunal declara la cesión ilegal, el trabajador podrá optar por integrarse en la empresa principal como indefinido, con todos los derechos de sus compañeros. Además, ambas empresas (la que cedió y la que recibió) responderán solidariamente de las obligaciones laborales y de Seguridad Social.
En muchos casos, además, se puede reclamar una indemnización por daños y perjuicios si la cesión ha provocado pérdida de derechos o un trato discriminatorio.
La cesión ilegal no es un fenómeno abstracto. En Canarias, especialmente en Tenerife, se ha convertido en una forma silenciosa de precariedad.
Empresas que externalizan servicios de forma permanente para reducir costes, administraciones que mantienen plantillas “indirectas” durante años, trabajadores que encadenan contratos temporales sin saber que podrían ser indefinidos desde hace tiempo.
Un ejemplo muy habitual se da en el sector hotelero, donde camareras de piso, recepcionistas o técnicos de mantenimiento trabajan bajo el nombre de una subcontrata, pero responden cada día ante el jefe del hotel.
También ocurre en hospitales, aeropuertos o centros educativos, donde los servicios de limpieza o informática son externalizados, pero la relación de mando es directa con el organismo público.
En estos casos, no se trata de una colaboración entre empresas, sino de una sustitución encubierta de personal propio por trabajadores cedidos.
Y eso, además de ilegal, vulnera el principio básico de igualdad laboral.
Muchos trabajadores en Tenerife no reclaman por miedo. Miedo a perder el empleo, a ser señalados o a enfrentarse a empresas grandes.
Pero la realidad es que quienes se atreven a dar el paso descubren que la ley está de su lado.
Cuando un tribunal reconoce una cesión ilegal, el cambio es profundo: estabilidad, reconocimiento profesional y condiciones equiparables a las del resto de empleados.
Reclamar no es un acto de rebeldía, sino de justicia.
Durante años, algunas empresas se han beneficiado de esta práctica a costa de la vulnerabilidad de los trabajadores. Pero cada reclamación ganada contribuye a frenar ese abuso.
Y, sobre todo, es un mensaje claro: en Tenerife, ningún trabajador debe aceptar que su esfuerzo se use para disfrazar un fraude laboral.
Si sospechas que podrías estar en una cesión ilegal de trabajadores o si llevas tiempo trabajando para una empresa que no es realmente la tuya, es fundamental actuar cuanto antes.
La clave está en no firmar nada sin asesoramiento y reunir pruebas discretamente antes de iniciar una reclamación.
En Álamo y Antúnez Abogados, somos especialistas en derecho laboral y conocemos a fondo los casos de cesión ilegal en Tenerife.
Hemos ayudado a trabajadores de todos los sectores —desde hoteles hasta administraciones públicas— a recuperar su estabilidad y ser reconocidos por la empresa para la que realmente trabajan.
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